Frente al manto negro de la noche
al pie de un abismo insondable.
Obtuve una fuerza que invisible
sostuvo mi espíritu, inalterable.
Fue en la brecha de duras circunstancias donde vi,
que no hay razón para el quebranto.
Me hice amiga de las sombras
y la noche.
Canté nanas al invierno
blanco frío y supe enfrentar mis temores
con la valentía de un niño.
En las luchas de la bruma
cotidiana
muchas veces perdí
el compás de mi camino...
Otras veces me encontré
me encontré en medio del desatino.
Mas esa fuerza invisible
me inspiraba todo el tiempo
a marchar como un soldado
y no rendirme como
pusilánime postrado...
No importa si me esconden la salidas,
o las mil trampas que me ponga el enemigo,
o si soy culpable y cargo una condena,
o si es el mar, el que ruge enfurecido...
¡¡¡Voy luchando la batalla de mi vida;
prosiguiendo adelante en mi camino!!!