Allí estuve plantada
en un valle
que más que valle
que más que valle
era una vida desierto.
Árida, cuarteada, inhóspita y silenciosa.
Árida, cuarteada, inhóspita y silenciosa.
Intentando restaurar mi piel,
que reseca, estaba adherida
a mis huesos.
¡Entonces pude percibir
que ya hacía algún tiempo,
había muerto!
Mis obstinadas raíces
penetraron muy profundo
coincidieron con mi esencia
y se formó un nuevo mundo.
¡Así hallé eternidades
al expropiar mi dolencia!
Un río de cristalinas aguas
arrasaba con mis guerras
y reverdecieron mis ojos
en el vientre de la tierra.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario