En la sombra de la noche
silente pero presurosa,
mi amiga, Soledad,
llega a mi lado, sigilosa.
Y comienza nuestra cita
haciendo miles preguntas
algunas, inesperadas,
personales y angustiosas...
¡¿Qué porqué estuve llorando,
porqué hay angustia en mi llanto...,
porqué me alejé del hombre
al que un día amé tanto?!
Si yo indago..., ¡no contesta!
Mis temores..., ¡no comparte!
Mas me observa taciturna
descifrando mis suspiros
penetrando en mis baluartes.
Fue en una insómnica noche
de interminable tertulia
que la conocí de cerca
y la invité a caminar conmigo
sobre veredas inborrables
sobre veredas inborrables
de querencias y de olvidos...
Fue así, que encontré en mis arcas
tesoros que creí perdidos.
Y nos hicimos amigas
y me bendijo su abrigo.
y me bendijo su abrigo.
«¡Soledad eres la carpa
de pieles que me contiene!»
Tu noche es de Luna llena
Tu Sol es de luz eterna.
En ésta habitación, donde cada día muero, aquí mi querida amiga...
¡Te espero!