El tiempo no pausa
mientras escribe la historia.
Continúan cayendo
arenas del reloj...
arenas del reloj...
Se desplazan,
se amontonan
creando una colina
fraccionando lo infinito
en su propia oquedad.
Lapsos de tiempo,
espacios de horas
infinidad de segundos
sin razón, ni memoria.
sin razón, ni memoria.
Y en este absurdo vaivén
se repite la historia.
¡Intento mudar lo inmóvil!
Mis ojos se irritan
cubiertos por la arena
que no cesa de caer
sobre mis párpados
que no cesa de caer
sobre mis párpados
flácidos cansados
de tristezas.
Pues no es suficiente
que solamente vea
si no que entienda,
me rebele,
y que en la lucha
muera...
¡Para volver a nacer!
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