tumbando las defensas
de mi fortín cerrado.
Fuiste extravío certero
que me escondió
el sendero en el que caminaron
mis primeros muertos.
Cerrojos y paredes
cayeron derrumbados
con tan solo la ojeada
de tu clara mirada
y esa forma viril
de tus movimientos
que me incitó a ser mar
a tu río sediento.
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