Yo, al nacer, fui árbol
de diferente semilla.
Fui raíz de árbol macho,
hundida en profunda arcilla.
En mí, no tallaron buques,
tampoco un asta o cuadernas,
ni siquiera el otoño
tumbo mis hojas secas.
Fui un árbol torcido
doblegado y vencido.
Indignado por lo crudo
de un injusto destino.
Fui tan irreverente
resistiendo embates
al no tener
cómo o quién,
pagara mi rescate.
No crecí en el bosque
ni fui leña de fuego.
Mi forma, no fue amada
ni mi belleza un despliego.
En la sequía no tuve
ni una flor, ni un renuevo
no fui hogar de gaviotas
ni zorzales del cielo.
Anulada en lo seco
del cuarteado terreno.
Buscaba por la fuente
que aplacara mi celo.
Desprendí mis angustias
y podando mis ramas
sumergí mis raíces
en las aguas que sanan.
Al expiar de mi vida
el rencor, y el desvelo
emergió desde mi alma
un fugaz riachuelo.
Y en su agua, mi arcilla
se volvió pergamino
donde un loco poeta
te describe el camino.
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