Frente al manto negro de la noche
al pie de un abismo insondable.
Tuve una fuerza que invisible
sostuvo, mi espíritu, inalterable.
Fue en esa brecha de duras circunstancias, donde vi,
que no hay razón para el quebranto.
Me hice amiga de las sombras
de la noche,
canté nanas al invierno
blanco frío;
y enfrenté a la muerte,
con la inocencia de un niño,
sin temor y deseando
el descanso en sus brazos...
Pero no era mi día
y me dijo "hasta luego"
con una sonrisa en la boca
mientras me obsequiaba un guiño.
Tuve luchas en la bruma cotidiana
y perdí el compás de mi camino...,
muchas veces reclamé
y deseé rendirme al desatino;
mas el camino de los años
cada día menos largo
me inspiró a continuar
como un soldado
y no terminar como un pusilánime, postrado.
No importa cuantas trabas
tenga la salida,
o cuantos trampas me presente mi enemigo,
o si soy culpable,
o si cargo una sentencia,
o si es el mar,
el que ruge enfurecido
¡¡¡Voy luchando cada guerra de mi vida
y prosigo adelante en mi camino!!!