Anduve sobre calles de papel y de olvidos.
Con empeño escondía un dolor reprimido...
Fueron tantos los días de nublado crisol
que había olvidado, que un día, fui sol.
Y fue entre las sombras
que descubrí el resplandor
de mi alma de niña y su inmenso valor...,
levanté la mirada hacia el horizonte azul
y me ceñí en dos alas de cáñamo y de tul.
Empuñando mis sueños me cubrió la ilusión.
Añadí nuevos versos a una vieja canción.
Fue en la misma armonía
que surgió un despertar...
¡De flores que en mi cabeza
crecieron en libertad!