de tu alma de niño
prendado a las nubes
de un cristalino cielo.
Y me uno con las flores
de un atardecer rojizo
que sangran de dolor
sin esperar consuelo.
Van en aumento las sombras
por el azul de mis cielos
y en su ancho horizonte
he perdido los ojos...
Mi voz vaga en silencio
soledades me aprisionan
Y el alba me ha sorprendido
en un total abandono.
Los recuerdos del pasado
son arenas soledosas.
Con efímera fragancia
de las espinas, nacen rosas...
Y aunque cierre mis ojos
es tal mi indigna suerte
Que hasta los fantasmas de memorias
cantan nanas a mi muerte.