Finalmente llegó el día
y me encontré lejos de ti
reconstruyendo ilusiones
y deseos de vivir...
Me dirigí hacia la plaza
caminé ante su fuente
y continúe diligente hacia el viejo café...
Disfruté del aroma de café recién colado
sin cuidados o qué hacéres
en el comienzo del día.
La rica infusión en mi taza
completaba mi armonía.
Me transporté a la lucha
que había enfrentado por ti
y te hice diez preguntas
que no tendrás que oír.
Saqué el viejo cuaderno
para leer mis poesías
esas, que mucho tiempo atrás,
antes de ti, escribía.
¡Que bien sentí ese momento
esperado y placentero
cuando puede con mis ojos
ver sumados mis deseos!...
Y disfruté de un café
relajada en el sofá
del «Coffee Shop de Justina»
totalmente liberada
de tu asfixiante rutina.
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