sábado, 13 de diciembre de 2014

DOÑA CÁNDIDA AMOROSA

En medio del decir y no cumplir de sus promesas
yacía muerto el amor que por él sentía.
Un nuevo amanecer déspota surgía. 
Víctor de la noche, verdugo de su fe 
su candidez y su armonía.
 
Así enterramos a Doña Cándida Amorosa. 
Con lágrimas que hacían grietas en el cielo. 
¿Quién la añora después de haber bajado al suelo..., 
quién reza un rosario o quién ofrece algún consuelo? 
 
Continúa muerta para ti 
y para el mundo entero
Doña Cándida Amorosa 
no está aquí, 
se marchó, 
se deshizo
mas no precisamente 
está en el paraíso.

 
  

3 comentarios:

  1. Precioso Leah Marr, aunque triste, pero el poeta lo hace bello.
    GRACIAS POR COMPARTIR Y POR TU PRESENCIA.
    UN ABRAZO

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    1. Gracias por tu comentario, para mi es un privilegio que te haya gustado el poema

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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