En medio del decir y el no cumplir a sus promesas, encontró muerto,
el amor que por él sentía.
¡Un nuevo amanecer déspota surgía!
Víctor de la noche,
verdugo de su fe,
su candidez
y su armonía.
Así enterramos a
Doña Cándida Amorosa.
Con lágrimas que hacían grietas en los cielo.
¿Quién la extrañará después de haber bajado al suelo...,
quién rezará un rosario
o quién ofrecerá algún consuelo?
Está muerta para ti
y para el mundo entero
Doña Cándida Amorosa
No está aquí,
Se marchó,
Se deshizo
Mas no precisamente está
En el paraíso.